Ya estaba en el avión.
Tenía una sensación de bienestar difícil de explicar. Estaba cumpliendo sueños uno detrás de otro, sin apenas darme tiempo a digerirlos, a saborearlos. Venía de pasar 3 días en Los Ángeles… había conocido lugares que solo en sueños imaginaba. Estaba a miles de kms de mi casa, disfrutando del reto de viajar solo.
Mi inglés, a pesar de estar a muchas leguas de distancia de lo que a mí me gustaría… estaba resultando ser más que suficiente para comunicarme con soltura. (Mis 7 consejos para mejorar tu inglés GRATIS). Ésta era una de las preocupaciones que me había traído en la maleta, y estaba empezando a dejar de serlo.
Todavía no estaba asimilada la estancia en Los Angeles, cuando ya estaba montado en un avión destino Hawaii. Viajar a Hawaii siempre había estado marcado en mi mente como uno de mis sueños. Uno de esos destinos inalcanzables, tan lejos… pero de repente estaba a horas de llegar. De cumplir otro sueño.
Ponías todos esos sentimientos en la coctelera, y salía mi estado de animo:
Una mezcla de ilusión, bienestar, motivación, y ganas de comerme el mundo a bocados.

Aeropuerto de Honolulu
Aterrizamos en Honolulu.
Recuerdo hacer todo el trayecto desde el desembarque del avión hasta la salida del aeropuerto con unas inmensas ganas de poner mi primer pie en tierras hawaianas. Ya desde dentro del aeropuerto empiezas a notar el colorido de todo lo que rodea a éstas islas, y nada más salir, percibes que efectivamente, es como si los colores tomaran diferentes tonos aquí en mitad del Pacífico.
Me busqué un shuttle compartido con otros viajeros que me llevara a mi hostel (Waikiki beach side). Estaba muy bien situado en Waikiki beach, a escasos metros de la playa, y el ambiente era muy bueno.

Paseo marítimo de Waikiki
Llegué a mi habitación y estaban alojados un par de australianos, un canadiense y un turco. El canadiense se iba ya, apenas me dio tiempo a cruzar dos palabras con él.
En cambio, desde el primer momento los dos australianos (Aaron y Hannah) y yo conectamos muy bien. Lo pasamos genial los días que coincidimos juntos en Waikiki. Con el turco tuve más relación cuando se fueron los australianos. Mi experiencia con las diferentes nacionalidades que me he ido encontrando por el camino me dice que los australianos suelen ser gente muy abierta, habladora, deportistas, dispuestos a apuntarse a cualquier excursión, cualquier actividad disponible, cuanto más loca sea….. mejor!! 😀
Coincidí con Aaron y Hannah un par de días, que fueron suficientes para organizar una “pool party” en nuestra habitación, “hacer un botellón” a escondidas en Waikiki Beach, que a Hannah le dieran unos cuantos puntos en el tobillo (y me dejara “tirado” para alquilar unos Jetskis) y tomar unos mojitos al atardecer de Waikiki Beach. Nos reímos mucho y pasamos grandes ratos juntos. Cuando gente con ganas de pasarlo bien se une, solo puede pasar una cosa: Pasártelo bien.

Atardecer en Waikiki Beach
Al día siguiente se unió Priska, una enfermera suiza que antes de empezar a trabajar había decidido tomarse un año sabático viajando por el mundo. Había viajado por Europa, Sudeste de Asia, Sudamérica y ahora estaba en Hawaii. Se unió muy fácilmente al grupo y lo pasamos bien.
Aaron y Hannah se habían conocido en el hostel, y curiosamente volvían a Australia en el mismo vuelo. Cada uno de ellos tenía su historia. Cada uno de los viajeros que encuentras por el camino tiene su historia, y me encanta que me las cuenten. Yo también tenía la mía.
Aaron, llevaba viajando 8 meses, había estado principalmente en Sudamérica, salvo el último mes que lo pasó por la costa Oeste de EEUU, principalmente Los Ángeles. Su sueño era volver a Australia para organizar junto a unos amigos un viaje a Bali o algún sitio similar donde poder asentarse y llevar una vida tranquila. Por las noticias que he tenido de él, lo ha conseguido. Chapeau.
Hannah llevaba viajando 6 meses, casi todo el tiempo en EEUU. Antes de llegar a Hawaii venía de LA donde había estado estudiando y viviendo una temporada.
Yo era el único atado a un trabajo, con una casa y que solo estaba 2 semanas de vacaciones viajando por Los Angeles y Hawaii. A todos le llamaba la atención que era español… no habían conocido a muchos españoles por el camino.
Las nacionalidades que más me he encontrado entre los mochileros del camino son Australianos, americanos, franceses, canadienses e ingleses.

Priska, Aaron, un servidor y Hannah tomando unos mojitos
Priska y los australianos se fueron el mismo día, y llegaron unos chicos alemanes a cubrir los huecos de las literas que ellos habían dejado.
Fue cuando se fueron ellos, cuando empecé a tener algo de relación con el turco. Charlando con él una tarde, me contó que estaba estudiando en Hawaii. Había estado viviendo en un apartamento, pero para los últimos meses lo había dejado porque le salía más rentable vivir en un hostel. En los hostels, cada día entra y sale gente nueva, gente predispuesta a pasárselo bien. Pero él estaba viviendo permanentemente allí. Si quería aprobar, no podía salir todas las noches con cada nuevo “roommate” que entrara ese día en la habitación. Que capacidad de autocontrol!! 😀 Ahora entendía que se mantuviera un poco al margen.
Tiré de poder de convicción (acompañado de una botella de Jack Daniels que nunca falla 😉 ), y lo convencí para que me hiciera de anfitrión por la noche de Waikiki. Allá íbamos, el turco y el español. El turco resultó ser todo un personaje cuando se tomaba unas copas 😀 Nos reimos mucho. Salimos un par de noches y lo pasamos genial, aunque la segunda noche lo perdí…y no supe nada de él hasta la tarde siguiente, creí que no volvería a verlo jamás 😀
Tras unos primeros dias en Los Ángeles donde había estado principalmente solo, llegar a Hawaii y estar con estos desconocidos que se habían convertido en amigos desde el minuto 0, fue muy reconfortante. Estaba viajando solo, pero no estaba solo. Conocía a gente diferente cada día, estaba solo cuando me apetecía, y si no… siempre podía unirme al plan que tuvieran ellos. Era mi decisión.
Tras unos maravillosos días en Honolulu, al día siguiente me marchaba a pasar unos días a Maui. Quería conocer alguna isla más.
En Maui seguiría conociendo más gente, vería otra cara de Hawaii, una cara más tranquila. Sin las luces de Waikiki, pero mucho más atractiva en cuanto a buen rollo de la gente que vive allí, armonía con la naturaleza, forma de vida tranquila y chill out.
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